miércoles, 24 de febrero de 2016

Mis métodos de trabajo diarios

"Dormir es perder el tiempo". Es la frase que acabo de escuchar por los pasillos de (uno de los lugares) donde trabajo. No hay frase más inocente y con más sentido. No hace mucho que me di cuenta de ello, y desde entonces, trato de aplicarla como una de mis máximas diarias. 

No pretendo convencerte de que te levantes a las seis de la mañana, lo postees en redes sociales, pierdas el tiempo dando vueltas hasta las ocho, y pases el resto del día con ojeras (podría ser un principio, pero no es sexy, eficiente, ni contundente; nunca serás un rockstar así). Se trata de establecer una pauta (pauta siempre mejor que rutina) que no solo sea eficiente, sino que te permita sentirte realizado día a día, llegues a más cosas en menos tiempo, y disfrutes trabajando. Aquí lo que a mí me funciona:


  • Despertarme antes de las 7: Podría hacer postureo y decir que todos los días me levanto a las 6 en punto. Incluso pasaría si digo que me levanto a distintos momentos antes de las 7. Ok, algún día me despierto a las 8 o a las 9. No más (y son los menos). Despertarse antes de las 7 me permite prepararme escuchando Turandot o el Réquiem de Mozart para hacer meditación o una clase de yoga completa antes de empezar el día (nota: si no toca nadar, pedalear ni correr, ya te has quitado de encima el entreno del día = más tiempo por la tarde), desayunar, preparar la agenda en Evernote e incluso trabajar en Human Media o en POBICS.
  • Multitasking: Tengo la suerte de trabajar (remuneradamente) en una actividad donde tengo huecos entre consulta y consulta, o entre preparaciones docentes o pesadas reuniones. Esto me permite escribir artículos, leer, comunicar y socializar a la vez (nota: si consigues acabar tu checklist, tómate la tarde como un regalo).
  • Ejercicio: Soy una persona que nunca ha hecho deporte, por lo tanto nunca he estado sometido a una disciplina de entrenamiento constante, irrenunciable y (posiblemente) aburrida. No hablar entonces de mi forma física. Hace cuatro años un amigo me dio envidia sana cuando me dijo que corría 5 kilómetros! de vez en cuando, así que pensé que si el podía, yo podía. Esa envidia sana me llevó a terminar la Maratón de Barcelona (42km corriendo) en 2014 o a hacer un triatlón (Nadar 750m en la playa, pedalear 21km, correr 5km) en 2012 sin haber corrido una carrera popular, haber entrenado con nadie más experto, ni haber nadado nunca en mar. Desde entonces he aprendido que si pude hacer eso, puedo hacer cualquier cosa (no solo en el deporte). Filosofía: no dieta, no entrenador, no guía). Pero el aprendizaje más importante, más aún si cabe que ese, fue: si yo puedo, tú puedes.
Y ya está. Lo siento si esperabas algo más, no hay trucos ni magia. Solo dedicación, ser muy cabezota, y sí, lo reconozco, algo de inconsciencia por lo que está por venir. Pero ¿acaso no es ese el mejor subidón?

¿Cuál es tu excusa?

Si te ha gustado el post, suscríbete en la barra de la derecha. Un regalo exclusivo para lectores VIP dispuestos a romper moldes, sobresalir e impactar te está esperando. Encontrarás más información en el email de confirmación que te enviaré.

@ebaes 

 Photo Credit: Moyan Brenn

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario. Te responderé personalmente en la mayor brevedad posible. Si te ha interesado el contenido, suscríbete en el botón que tienes a la derecha.